La escuela en la República
Ayer asistí a la presentación de un libro que versa justamente sobre lo que titula este post. No es un libro de un gran autor de número uno en ventas. Indalecio Carrasco no es María Antonia Iglesias, por ejemplo, y de ello debemos solo extraer cuestiones positivas. La Asamblea de Extremadura no es tampoco una gran editorial, ni su pretensión es la de la venta de libros. Se elabora y se edita este, por tanto, desde el convencimiento institucional de la utilidad social, algo que tiene, y mucha, el libro.
Deteniéndonos en la temática, muchas son las letras escritas en torno a la política educativa de la II República, pero jamás alcanzarán a las letras que pudieran haberse alcanzado a escribir de no ser por la ruptura cruenta a la que nos vimos sometidos en España.
La educación por encima de todo, la educación como base, como centro del progreso, del conocimiento y del juicio crítico, como eje de la vida y como inicio de cualquier proyecto vital. Todas y cada una de estas breves reflexiones e infinidad de otras deben achacarse a la educación, aquella que necesita apuntalarse en todos los espacios (eso que ahora diferenciamos, afortunada y profesionalmente bien, como educación formal y no formal), aquella de la que carecen cada vez más niños y jóvenes, aquella a la que los padres y las madres tienen cada vez más dudas en enfrentarse.
Siempre que me pregunten por la II República destacaré, por eso, la ambición educativa, los enormes avances implantados en tan poco tiempo y que aquello de la educación para todos inició un camino que lamentablemente por guerracivilismos varios nos impidieron ver unos resultados y sobre todo remontar sin temor el vuelo a través del progreso social. Me quedo con un gran programa, el de las Misiones Pedagógicas, del que creo haber comentado algo en este blog. Un programa que sirvió para acercar a todos los rincones la política educativa y al que se sumaron grandes nombres de la cultura y de las letras. No hace mucho en Navas del Madroño, se descubrió un armario y dentro de él todo el material de la misión pedagógica coordinada por María Zambrano. Tuve ocasión de verlo y de pensar cuánto de ese material fue destruido y si todavía algo que sigue oculto podíamos encontrarlo. Hace menos cené con el hijo de quien sustituyó a Fausto Maldonado, citado en este libro, como director de la Misión Pedagógica de las Hurdes.
Ahora nos enfrentamos a un sistema educativo inestable, a una ciudadanía que requiere de educación para la, y a una sociedad que grita, muchas veces sin que se le escuche, que educar, educar y educar es todo aquello por lo que debemos, que no es poco, centrar nuestros esfuerzos y ponernos manos a la obra.
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