lunes, 3 de diciembre de 2007

El Desván en Cáceres

En mayo de 2004 tocaron en Campamento. No cobraron nada, a diferencia de Funkesteins. Por entonces lo del disco o lo que montaron el otro día no estaba más que en las ensoñaciones. Eran cuatro personas que se divertían -igual que lo hacen ahora- como pocos en el escenario.Cuatro años antes mi amigo Topo tocó por primera vez en diciembre en Montánchez. Por eso cuando vimos que El Desván, pese al duende que llevaban, aún no tenían apellido, tocara con motivo del XX Aniversario del campamento pesó mucho, todo prácticamente, que Topo fuera el leitmotiv de aquello.

Desde entonces para acá los he visto en muchos conciertos, aunque posiblemente en menos de los que lo han visto la mayoría de mis amigos. Tengo que decir que el concierto de Cáceres de hace unos días fue sencillamente espectacular. El público fue el músico número siete, igual que sucedía antes con la hinchada de la selección en Sevilla. Todo el mundo acompañó al grupo y aquello se notaba.

Me quedo primero con quienes fui al concierto. Con Cristina y con Jorge y con María, porque fue una noche graciosa que luego aderezó Monterroso convenientemente. Después con todos con quienes después compartimos un rato. Un sorpresón fue la intervención de Migueli, entregado, paisano de Jose y cantado por muchos de los que allí estuvimos en los Angelus de nuestro campamento.

La canción que pongo, me imagino que libre de royalties, resume lo que a mi juicio es ahora El Desván del Duende: un grupo versátil, con muchos registros, capaz de mezclar estilo y de innovar e inventar.

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