miércoles, 12 de diciembre de 2007

Ramón de Carranza

Contra el Cádiz debutó Butragueño y en Cádiz gobierna Teófila Martínez. En Cádiz está el estadio Ramón de Carranza y tengo que confesar -como me imagino que la mayoría de las personas a las que nos gusta el fútbol y que no somos de Cádiz- que no tenía ni idea de quién fue este personaje. Me ha costado bastante encontrar algo suyo en Internet, pero me temo que estamos ante un protagonista de la historia predemocrática de este país, responsable de cuestiones importantes para una ciudad, la gaditana, como tampoco puede ser de otra manera, pero que no le exime de pasar el rodillo y su pensamiento único. He enganchado algunas reseñas, pero por mi ignorancia previa, también agradecería más luz sobre este tipo. Si la luz fuera negra, lo que me preguntaría entonces es si la ley de la memoria histórica no contempla el cambio de denominación de estadios de fútbol.

Reproduzco un texto de un discurso de José Antonio el 12 de noviembre de 1933

No aumentéis con esos aplausos generosos y anticipados mi emoción y orgullo, porque ya me es bastante sentirme en vías de representar tal vez allá, en las Cortes, a esta provincia de Cádiz. Ya sabéis lo que eso representa para mí, no sólo por Cádiz mismo, sino por la compañía en que espero ir a esas Cortes. Van conmigo, aparte de otros amigos a quienes tengo el mayor afecto, tres ciudadanos preclaros de esta ciudad; unos por su nacimiento y otro por su adopción; va conmigo, si es que lo votáis, y de seguro lo votaréis antes que a mí, don Miguel Martínez de Pinillos, que es la generosidad y que además tiene la más bella cualidad que cabe en el patrimonio: es poseedor de barcos, y puede darse a sí mismo el goce imperial de mandar por los términos del mundo trozos flotantes de la Patria. Tenemos aquí también, y va conmigo en la candidatura, José María Pemán, que, de puro cantar su espíritu en esta clásica unidad de Cádiz, ha llegado a sentir por el camino de la inteligencia, y no por el camino de la fiebre, las más altas fiebres de la impaciencia divina. Y va, por fin, para nuestro orgullo y para nuestra buena compañía, este gran alcalde perpetuo, don Ramón de Carranza, que fue tan amigo de mi padre que incluso llegó a exasperarle algunas veces llevándole lealmente la contraria. Y que fue tan gran alcalde, que aun con deber su nombramiento a designación de la autoridad, y no a elección del sufragio, no ha habido nunca, ni en Cádiz ni fuera de Cádiz, un alcalde más popular que don Ramón de Carranza.

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