jueves, 20 de diciembre de 2007

Sobre el canon digital. ¿Podemos hacer algo desde Extremadura?

Recuerdo que los gurús informativos de esta nuestra región -supongo que en todas las comunidades autónomas cuecen habas- echaban pestes de los resultados de la política cultural extremeña todos los veranos. Sistemáticamente la SGAE presentaba su particular estudio estadístico que situaba, según ellos, a nuestra querida tierra a la cola en los indicadores de consumo cultural. La esencia de ese estudio, como ahora, era la pela, el dinero, la pasta, la guita... Y si tuviéramos que, con una lupa, destripar las entrañas, nos encontraríamos con que además, estamos hablando de indicadores económicos de la propia SGAE. La trampa, el elemento diferenciador de nuestra comunidad, es la gran cantidad de iniciativas culturales que existen sin coste y sin tarifar a la SGAE, desde los escenarios móviles hasta los museos de identidad, pasando por el circuito de cine de aupex o por el circuito de artistas urbanos de juventud. Y es que a la SGAE nuestra región, que ha tenido que labrarse a sí misma su porvenir, algo que seguimos haciendo, no es un territorio que le guarde gratos recuerdos. Aquí se libró hace años una batalla a cuenta de las licencias libres, en este caso las creative commons, que supuso un hito sin precedentes, puesto que un empresario de badajoz, emprendedor y valiente, apostó por las creative commons. Hoy muchos extremeños las tienen incorporadas en sus blogs y han existido iniciativas desde el ejecutivo y el legislativo extremos en relación con el tema.

Estamos viviendo en estos días en España una ofensiva de uno y otro lado que tiene, no nos engañemos una fuerte carga electoral. El tema no es sencillo. Ni podemos criminalizar a los artistas ni tampoco ponernos totalmente de su lado. Como usuarios potenciales están tanto los que son artistas como los que no lo son. La paradoja estriba en que al final uno paga por sus creaciones, y estas no terminan más que siendo documentos de word o archivos guardados de partidas de juegos.

Hay que poner el cascabel al gato. El problema es que primero hay que diseñar un cascabel nuevo, y después decidir a qué gato se lo ponemos. Muchos portavoces hay de uno y otro lado. Es un debate viciado, puesto que la creación como esencia se ha perdido en buena medida, sobre todo en todo ello donde el euro está de por medio.

Sin embargo, hay que reivindicar el espíritu creativo. El autor del Informe Pisa indicaba que la esencia de los mejorables resultados de la educación en España estaba en que no hay un fomento de la creatividad y sí de la memoria. En Extremadura hemos implantado dos elementos que deberían ser ejes del fomento de la creación, y que además ya lo están siendo: uno, la creación del porvenir, a través del Gabinete de Iniciativa Joven; otro, la de los Espacios para la Creación Joven.

Finalmente, queda ver cómo se canaliza todo ello. Para empezar, en esto nuestra región también ha querido ser un enfant terrible. Adoptamos en la anterior legislatura el acuerdo de elevar al Congreso de los Diputados una modificación de la Ley de Propiedad Intelectual a fin de que esta recoja la realidad actual y que se anticipe a ella. Debemos buscar y extender la pluralidad y fomentar que a través de fórmulas como las licencias libres (creative commons o copyleft son dos de las más utilizadas) podemos obtener dos cosas: en primer lugar un beneficio social, pues incrementaremos el número y la calidad de los creadores, posibilitando vías diferentes para la difusión de su obra; en segundo lugar, un beneficio económico, pues la carga que supondría el canon digital en un territorio con un número importante de licencias libres -sea de la modalidad artística que sea- debería repercutir en positivo para los intereses del territorio. Algo así como cuanto más creemos (y nos lo creamos) menos pagaremos. Debemos, por tanto, como hicimos con otras políticas, liderar este debate. Capacidad tenemos, y demostrada, entendederas, todas, y una línea política, la del partido que sustenta al gobierno regional, que en su programa incluyó medidas positivas.

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