miércoles, 26 de diciembre de 2007

Viaje a ninguna parte


Como comenté hace días, ya terminé de leer mi particular homenaje a Fernán Gómez. Una novela que primero se hizo para la radio y después para el cine. Una novela que yo he visto en la televisión y que es reproducida fielmente. Fue el propio anarquista cosmopolita (nacido en Perú, de pasaporte argentino y español a fin de cuentas) el que la dirigió a lo Lumiere. A medida que vas leyendo la novela te das cuenta de que si no escribió para él ese papel, al menos sí que un poquito pensaba en sí mismo, en su bien entedida soberbia y en su siempre practicada arrogancia.

El libro está bien construido... los deseos de quien pudo ser y no fue, Carlos Galván. La compañía de teatro nómada, que pasa sus penurias lógicas en unos tiempos ilógicos. Las finas alusiones al régimen, no sé si por convencimiento personal o por conseguir los mayores adeptos posibles sin herir susceptibilidades.

Ser teatrero es una profesión fastidiada, igual que ser músico o que dedicarse a cualquier ámbito de la cultura. Aquí y en Pekín, no porque estemos en Extremadura. Al final triunfan unos pocos mientras que la mayoría son los que realmente hacen felices a los demás, los que se patean los teatros de los pueblos -porque en nuestra región hay una envidiada red de teatros- o los que se suben a las unidades móviles.

Los sinsabores de los Iniesta Galván, también de los Calleja Ruiz, la bien traída figura del zangalotino, el recurso del cine como el monstruo audiovisual de entonces (que se engulle a sí mismo ahora también). He disfruta con esta pequeña novela. Mi particular homenaje, como dije, para un genio de la creación española.

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